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 Ansorena

Lote 654

BARTOLOME ESTEBAN MURILLO

Sevilla (1618) / (1682)

"Abrazo del Niño Jesús y san Juanito"

Óleo sobre lienzo

En el reverso, adherida al bastidor, antigua etiqueta de colección y numeraciones comerciales inscritas sobre el bastidor y el lienzo.
Procedencia: - Madrid, ¿convento de carmelitas descalzos de San Hermenegildo? - Estados Unidos, colección particular; Fairfield Auction (Connecticut, Estados Unidos), 15 de enero de 2012, lote 112; - Madrid, colección particular.
 
Bibliografía de referencia: - Ponz, A., Viaje de España, vol. V, Joaquín Ibarra, Madrid, 1783, 35, p. 277; - Polentinos, Conde de., “El Convento de San Hermenegildo de Madrid. Lista de la colección de pinturas que se hallan en el Convento de Carmelitas descalzos de Madrid con expresión de sus autores y tasa o valor de cada una”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1933, n.º 36; - Valdivieso, E., Murillo. Catálogo crítico, 3 vol., Madrid, 1981; - Navarrete Prieto, B., La pintura andaluza del siglo XVII y sus fuentes grabadas, Madrid, 1998, p. 290-293, fig. 631; - Valdivieso, E., Murillo., Catálogo razonado de pinturas, El Viso, Madrid, 2012; - Pérez Sánchez, A. y Navarrete Prieto, B., El joven Murillo, cat. Expo., Museo de Bellas Artes de Bilbao y Junta de Andalucía, 2009; - Hereza, P., Corpus Murillo. Pinturas, dibujos. Encargos, Ayuntamiento de Sevilla, ICAS, 2019.
 
Esta encantadora pintura muestra uno de los temas iconográficos más frecuentes en la pintura barroca española: el encuentro entre Jesús y san Juan Bautista en su infancia. Este asunto, aún a pesar de que contradecía las Sagradas Escrituras, pues los primos no se llegaron a conocer hasta que fueron adultos, tuvo una enorme difusión gracias a que conectaron con la religiosidad popular del momento, ya que combinaba en una misma imagen la candidez y otros valores asociados al mundo de la infancia con un latente sentimiento trágico que anticipaba los hechos que iban a desarrollarse en la vida adulta de Cristo. Por tanto, esta iconografía conseguía un perfecto equilibrio que enfatizaba tanto la condición humana de los personajes representados como la espiritual.
 
Bartolomé Esteban Murillo, en sus pinturas, fue un verdadero maestro en la creación de este tipo de imágenes que combinaban a la perfección la realidad tangible con un ambiente visionario y espiritual. Estas obras icónicas de Murillo gozaron de una gran popularidad, pues gustaron tanto a la clientela laica como eclesiástica y también a las clases populares, logrando perpetuarse de esta forma en el tiempo. Un ejemplo representativo es el de los Niños de la concha, conservado en el Museo Nacional del Prado, que comparte el tema con la obra que aquí presentamos y en la que proponemos a Murillo como su autor.
 
La escena se desarrolla en un paisaje de vegetación frondosa, con amplio celaje de nubes blancas, en el que encontramos a al Niño Jesús con san Juanito fundidos en un cariñoso abrazo. Este último se representa postrado y con sus dos atributos iconográficos por excelencia: la cruz con una cinta y el cordero. En la aludida filacteria, normalmente, figura la inscripción “ECCE AGNUS DEI”, que proclama al Niño Jesús como el “cordero de Dios”. No obstante, el reducido tamaño de la pintura impide la inclusión del citado texto, algo aquí totalmente innecesario por la presencia del propio cordero en un primer plano que contempla el feliz encuentro del Divino Infante con su primo.
 
La restauración a la que recientemente ha sido sometida la obra y los estudios que se le han realizado permiten relacionarla técnicamente con otras obras de Murillo de similares características que sirvieron al pintor como estudios previos o como modelos para ser mostrados a los clientes antes de realizar el encargo. En el estudio radiográfico se aprecia un contraste muy acentuado por la utilización abundante del blanco de plomo, en ocasiones mezclado, y de pigmentos muy densos. También se observa una pequeña corrección o pentimento, algo bastante habitual en las obras del pintor sevillano, que se manifiesta en la notable modificación de la posición del pie de san Juanito situado en primer término. Otro elemento característico en sus obras es el celaje de fondo resuelto mediante enérgicas y amplias pinceladas, en las que la abundante carga del blanco de plomo produce una intensa vibración lumínica. Como señaló Benito Navarrete, conviene recordar la manera en la que Murillo recurrió a estampas de Guido Reni, tal y como ocurre en este caso, en el que Reni se inspira a su vez en un modelo anterior de Carracci (Véase Navarrete 1998, p. 290, fig. 631).
 
A pesar de ser un boceto, no se ha podido relacionar directamente con ninguna obra conocida del pintor por lo que, posiblemente, puede ser el estudio de un encargo que no se llegó a materializar. Tampoco se tienen noticias seguras de su procedencia remota, aunque conviene señalar que podría ser la obra de Murillo mencionada por Ponz que se encontraba en el convento de carmelitas descalzos de Madrid. Esta viene descrita con el tema de Jesús Niño y san Juanito, indicando que ambas figuras se encontraban “abrazándose”; una descripción que coincide con esta pintura. También resulta muy revelador el hecho de que el Inventario del convento redactado en el año 1787 mencione esta obra como “boceto de un pie de alto”, unas medidas que también se ajustan a las de esta obra, tasándose en 2.800 reales, junto a otra obra de la Virgen con el Niño del mismo tamaño; una valoración elevada que hace pensar en que la pintura debía ser un original del sevillano pues era especialmente apreciada por su notable calidad.
 

27,5 x 19,5 cm.

Precio salida 24.000 €

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