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 Ansorena

Lote 297

ATRIBUIDO A JUAN DE VALMASEDA

(c.1488 - 1576)

"Cristo atado a la columna"

Madera tallada y policromada.

Esta extraordinaria escultura es fruto del impulso otorgado por la Contrarreforma a las cofradías penitenciales, uno de cuyos cometidos era la veneración pública de Cristo en su pasión y muerte. En la España de los siglos XVI y XVII se multiplicaron este tipo de encargos con figuras y escenas destinadas a procesionar por las calles de las ciudades españolas y, dentro de este grupo de obras que plasmaban los temas de la Pasión, fueron muy frecuentes aquellas que mostraban al Ecce Homo o a Cristo atado a la columna, siendo un buen ejemplo la pieza que aquí se muestra.
 
Este tema del Cristo atado a la columna, que hunde sus raíces en la literatura cristocéntrica del bajo medievo de autores como San Buenaventura, Santa Brígida de Suecia, Ludolfo de Sajonia o Tomás Kempis, conectaba a la perfección el sentimiento íntimo y devoto impulsado por la Devotio Moderna; un sentimiento emocional en la experiencia religiosa que encontró en la temática pasional su principal expresión.
 
La obra inédita que aquí presentamos, por sus características formales y estilísticas, puede ponerse en relación con la producción de Juan de Valmaseda, considerado una de las figuras principales de la escultura renacentista de la escuela castellana. Formado inicialmente en Burgos, la mayor parte de su producción se concentra en la provincia de Palencia, mostrando su obra una gran influencia de Felipe Vigarny y Diego de Siloé. Una de sus escasas obras documentadas es el Calvario del ático del retablo mayor de la catedral palentina, obra que comparte numerosos paralelismos estilísticos con este Cristo atado a la columna.
 
Sobre una base en la que se encuentran los flagelos, la figura de Cristo se muestra abrazada a una columna alta, mostrando una postura algo inestable y de impactantes contorsiones, típicamente manierista, y que manifiesta con severidad el efecto que han provocado los azotes en su cuerpo. Otro rasgo típico son sus carnaciones, secas y con la piel pegada al esqueleto, mostrando también las venas hinchadas al estar trabajadas en relieve, y una policromía que enfatiza las heridas sufridas en el tormento mediante moratones y regueros de sangre. Es en el rostro donde el escultor concentra el mayor patetismo de la imagen con un gesto de dolor desgarrado, mostrando la boca entreabierta y una mirada dirigida al cielo llena de expresividad.
 

150 x 50 x 60 cm.

Precio salida 30.000 €

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