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 Ansorena

Lote 675

SEBASTIÁN DE HERRERA BARNUEVO

Madrid (1619 / 1671)

"Retrato de Carlos II, niño y Mariana de Austria"

Óleo sobre lienzo.

Bibliografía:
·Pérez Sánchez, A.E., “Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo (1650-1700)”, cat. exp., Madrid, Ministerio de Cultura, 1986, p. 105.
·Rodríguez G. de Ceballos, Alfonso: “Retrato de Estado y propaganda política: Carlos II (en el tercer centenario de su muerte)", Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.), vol. XII, Madrid, 2000, pp. 93-109, fig. 5.
·Pascual Chenel, Álvaro: "Retórica del poder y persuasión política. Los retratos dobles de Carlos II y Mariana de Austria". Goya: Revista de arte, nº 331 (2010).
·Pascual Chenel, Álvaro: "El retrato de Estado durante el reinado de Carlos II. Imagen y propaganda". Fundación Universitaria Española (2010).
 
En su labor como pintor de Cámara, desempeñada entre los 1667 y 1671, Sebastián de Herrera Barnuevo logró configurar un nuevo prototipo iconográfico y de representación del Rey, constituyendo un verdadero punto de inflexión en la evolución del retrato de Estado. Sus novedosas tipologías revolucionaron este género, en el que las representaciones regias se encuentran reforzadas por un amplio abanico de atributos simbólicos alusivos al poder y a la realeza. En consecuencia, en sus obras abundan coronas, cetros, leones, águilas, columnas, espadas, orbes, coronas de laurel, bastones de mando, retratos de antepasados, cortinajes, almohadones, etc.
Un ejemplo muy representativo es este espléndido doble retrato de Carlos II y Mariana de Austria, procedente de una colección particular madrileña. Este tipo de obras, creadas como instrumentos de propaganda política, sirvieron a la monarquía española como un medio eficaz para transmitir la imagen que se deseaba proyectar del poder y la realeza.
En ella vemos en un primer término al joven Carlos II ricamente vestido con casaca y calzón rojo, vistiendo el traje de Chamberga; guardia real creada por Mariana de Austria para su protección personal y de su hijo. Lleva la banda de general, espadín y bastón de mando, aunque por su longitud podría tratarse de un bastón de paseo. Porta también un ramillete de flores en la mano izquierda que le ofrece a su madre, la regente. Esta, vestida de viuda, aparece sentada tras una mesa sobre la que aparecen algunos memoriales de súplica en los que puede leerse la palabra “Señor”, resaltando el papel desempeñado por su hijo, pero también recordando su propia función de gobernante y el gran poder que seguía manteniendo en la corte del joven monarca. Con una mano sostiene una pareja de enigmáticos retratos en miniatura cuya identificación no es del todo clara. Delante de la mesa un águila imperial figura como símbolo de la dinastía de la Casa de Austria y junto a Carlos II aparece un león, como símbolo de valor y fortaleza. Detrás del monarca, recordando su linaje, se encuentra representado un cuadro con el retrato de Felipe IV.
La obra, al margen de su calidad técnica, posee un interés añadido por ser muy pocos los retratos concebidos en esta tipología de “retrato doble”. Son escasos dentro de la tradición retratística de la Casa de Austria e incluso durante el reinado mismo de Carlos II, ya que tan sólo se conocen tres ejemplares pintados y otros dos o tres grabados. Esto eleva la importancia de este fantástico lienzo no sólo desde el punto de vista iconográfico, sino también histórico, como un verdadero documento visual que es producto y reflejo de una coyuntura histórica muy concreta.

194,5 x 137 cm.

Precio salida 53.000 €

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