Lote 126
(S.XVII)
"Retrato del Duque de Medinaceli"
Óleo sobre lienzo.
Procedencia: - Madrid, Colección Marqués de Casa-Torres, n.º 12151.
Bibliografía: - “Referencias fotográficas de las obras de arte en España. Pintura II. Colección Marqués de Casa-Torres”, J. Lacoste fotógrafo editor, Madrid, 1914 (como Murillo), Pl. 32.
- “Datos y noticias referentes a algunos cuadros de la colección del Marqués de Casa-Torres”, Hauser y Menet, Madrid, 1922 (como Murillo), p. 22.
Desconocemos la procedencia remota de esta interesante pintura que perteneció a la colección del Marqués de Casa Torres. En los antiguos registros que se hicieron de la referida colección nobiliaria, la obra fue considerada como un original de Bartolomé Esteban Murillo y, fotografiada por Lacoste, quedó inventariada con el número 12151 como un retrato del Duque de Medinaceli.
Suponemos que por las fechas en que fue ejecutada la pintura, el representado debió de ser Antonio Juan Luis de la Cerda y Enríquez, VII Duque de Medinaceli (Madrid, 1607- Cádiz, 1671), porque sus caracteres fisionómicos no se corresponden con aquellos de quien le sucedió: Juan Francisco de la Cerda y Enríquez de Ribera, de quien sí que se conocen algunos retratos. Imaginamos que los encargados de la redacción del inventario manejaron algún tipo de documentación o tuvieron en cuenta algún dato que les permitió la identificación del personaje.
El supuesto retratado en el lienzo, Antonio Juan Luis de la Cerda y Enríquez, aparece caracterizado con cabellos largos, bigote y barba, dirigiendo su mirada directamente al espectador. Empuña una espada con la mano derecha y porta el bastón de mando en su izquierda. Viste a la usanza de la corte española de Felipe III, con armadura de gala y una banda carmesí, sombrero con plumas blancas, pequeño cuello alechugado, calzas acuchilladas, medias y botas de cuero fino. Está sentado en un sillón de campaña militar, rodeado de unos cortinajes que le confieren el aspecto de un trono. En el segundo plano, figuran dos personajes que portan una bandeja con llaves.
Las características formales de esta pintura permiten relacionarla directamente con una serie de modelos de Zurbarán y su obrador que representan a san Fernando. Como ejemplos, pueden citarse el del Museo del Hermitage de San Petersburgo o el del retablo mayor de la iglesia sevillana de San Esteban. Su posición sedente lo aproxima en mayor medida a un lienzo aparecido en el comercio (Sotheby’s, 3 de julio de 1946) y, especialmente, a una pintura, casi “gemela”, conservada en los fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla que, procedente del convento de San Alberto, estuvo atribuida a Zurbarán (Inv. Nº 279) y repite el mismo modelo, compartiendo también las medidas.
Estos datos nos hacen pensar en la posibilidad de que el representado aquí pudiera ser san Fernando y no el duque de Medinaceli; aunque también cabe la posibilidad de que pudiera tratase de un retrato del duque “a lo divino”, caracterizado con los atributos del santo de la casa real castellana, de la que los Medinaceli, precisamente, descendían. En este sentido hay que tener en cuenta que, de ser un san Fernando, estaría desprovisto de algunos símbolos que le suelen acompañar en sus representaciones, como la corona real y el orbe terrestre. Los personajes que le ofrecen las llaves en una bandeja podrían aludir a la entrega de las llaves de la ciudad de Sevilla o ser un guiño a la distinción del VII Duque de Medinaceli como Gentilhombre de Cámara.
207 x 140 cm.
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