Guillermo Oyagüez Montero
Oyágüez Montero, Guillermo
Guillermo Oyagüez Montero
Me toca presentarme en esta exposición, después de decidir que no buscaría una persona que lo hiciera por mí, pues sus halagos serían previsibles, a nadie se le ocurría buscar a alguien que te presente sabiendo que va a escribir sobre tu trabajo de manera negativa.
Las personas que siguen mis exposiciones están acostumbradas a que la temática sea El Paisaje, quizá por eso ahora presento esta exposición completamente dedicada a la figura, figuras sumergidas en agua, en ese medio que nos es ajeno y del que estamos hechos y en el que solo podríamos expresarnos con nuestros cuerpos, y no con el doble filo de las palabras, donde el sonido se mitiga, agua para flotar e imaginar, en la que “no” nos movemos como pez en el agua, donde es más importante pensar en nuestra respiración, en el aire que necesitamos y nos queda que en los problemas que podamos tener.
Podría seguir acompañando mis cuadros con palabras, sobre cómo en esta crisis que nos acompaña nosotros somos la solución, y por eso el ser humano es el protagonista más que nunca de mi trabajo y bla bla… pero la razón de esta exposición es más sencilla, lo cierto es que una día me compré una cámara acuática, comencé a hacer fotos en un viaje, y entonces me di cuenta de lo sugerentes que eran las imágenes, sus distorsiones, colores…
Y ahora, aprovecharé como los que reciben un premio, mi momento de protagonismo, para saludar a mis familiares y agradecer a las personas que de una manera u otra están presentes en esta exposición:
A mis padres María de los Ángeles y Félix, porque,,, si lo pienso bien, siempre al final he hecho lo que he querido contando con su apoyo preocupado pero incondicional.
A José Sánchez Carralero, al que no le dí tiempo a ser mi profesor, pues no yo no iba a sus clases, así que ha ejercido más de amigo y apoyo, en solo un mes que conviví con él en la Beca Fin de Carrera que me concedió, me enseñó a “amar” la pintura y El Paisaje, lección que no tiene precio y que no todos los que estudian Bellas Artes tienen el privilegio de recibir.
A Antonio Zarco, por el que año tras año, yo volvía a sus cursos de Priego de Córdoba, lugar en el que hice grandes amigos, Jesús Morilla, Alejandro López, Xavier Rodés, y es que pintura y diversión son compatibles…
A Ernst Waldburger y Lotti, por su confianza en mi trabajo, lo demuestran exposición tras exposición.
A Carlos Arias y Alejandra, estando cuando les necesito, siempre.
A Manuel San Juan, por su inmediata ayuda.
A mis amigos, ellos debieran de saber quiénes son, Estrella, envidiaría al que demostraras lo que a mí me demuestras, Silvia, porque te oigo por teléfono más que te veo, pero me haces sonreir cada vez que veo tu número en la pantalla. Antonio, Pacote, Sergio, Javi, mis amigos recientes y no por ello menos importantes.
A Gestiarte por su generosidad conmigo, a Emilio hijo por su “auxilio”.
A Pablo, Rosa y Elena de Nolde, porque se preocupan por mi trabajo y me ayudan en él.
A Jesús Curía por años de amistad, ahora más cercana, y a Javi y César, estupendos compañeros.
Y a los socorristas de las piscinas climatizadas que entumecidos por el calor, quedan en estado de duerme vela, lo que me facilita con mi discreta cámara acuática, hacer fotos robadas de los nadadores.
Y en lo referido al documental que sobre mí ha hecho Antonio Gómez Olea, a él, por pensar que mi trabajo y yo diéramos de sí como para hacer ese proyecto, también a su equipo, a Lukas (mi sobrino) y María por posarme, a Eleuterio Díez Acevedo por regalarme ese talento que tiene improvisando al piano lo que le inspiraba verme pintar.
A Maite de Polimúsica por cedernos el piano en el periodo de grabación, a la Fundación Pons por dejarnos su preciosa sede aquí en Madrid y a Elena Guerrero y Manolo Marqués por permitirnos usar su piscina.
Guillermo Oyagüez