Cristina Duclos 2015
Duclos, Cristina
Cristina Duclos 2015
UN ECOSISTEMA TERSO
Hace aproximadamente año y medio, en octubre de 2013, el Ayuntamiento de Madrid rindió homenaje a la trayectoria de Cristina Duclos celebrando una exposición retrospectiva que reunió el vasto trabajo desarrollado por la artista en cuarenta años de profesión. En los jardines del Buen Retiro se condensaron por unas pocas semanas los intereses y obsesiones de la creación de Cristina Duclos. Las salas contenían desde una selección de sus retratos, habitantes sosegados de un mundo en paz, en equilibrio con la naturaleza que los envuelve, a sus esculturas más recientes de ese momento. La Casa de Vacas se convirtió durante un intervalo de ese otoño en un hábitat de cualidades especiales, el mundo de Cristina Duclos. Si el mundo que habitamos parece sostenerse por un equilibrio de fuerzas en tensión, en el reflejo de ese mundo en la obra de Cristina Duclos las fuerzas se desvanecen y los objetos flotan en armonía. Las fricciones y las tensiones se disipan y los objetos fluyen suavemente suspendidos en el medio que los contiene como el vapor de agua formando nubes en el cielo.
Creo que haber habitado ese espacio durante varias semanas hizo que Cristina Duclos, por un lado recordase, tomase consciencia de su imaginario, y por otro, se agudizase en ella el sentimiento de exploración creativa, para dirigir sus acciones hacia territorios que le interesan pero que todavía no habían sido transitados. En la presente exposición Cristina Duclos dirige su mirada en múltiples direcciones para mostrarnos que ese modo suave de habitar el mundo está en todas partes. Desde unos pequeños lienzos en los que las flores parecen levitar suspendidos por la luz difusa que las envuelve a los fondos marinos en donde los colores del coral y sus habitantes acuáticos parecen multiplicar la paleta de colores disponibles en la superficie aérea, Cristina Duclos expande su mirada a todos los medios habitables. La tierra es habitada por mujeres que, con sosiego, observan y meditan sobre su relación con la naturaleza, como en los primero paraísos pintados al comienzo de su carrera. El océano y las aguas nos muestran la riqueza de ese medio, en donde la flotación parece atemporal y el dinamismo de los peces danzando genera figuras geométricas básicas vinculadas a la abstracción de nuestra cultura. Esa sofisticación en la superposición de diversos niveles de lectura de la obra funde asimismo un magnolio soulangiana infinito con la admiración de la artista por la potencia de la expresión abstracta. Mientras, en el aire no sólo flotan las flores, también un insecto gigante tamiza la luz y la tiñe de rojo y las golondrinas se posan en unos cables que ordenan la dispersión azarosa de las aves.
La exposición de esta primavera de 2015 es un hábitat artificioso en el que la sofisticación de la percepción visual, por un lado exacerba en nosotros un sentimiento de no pertenecer a ese mundo en armonía, y no obstante, por otro, si tomamos el tiempo necesario para reposar en ese entorno, brota el deseo de permanecer allí, y de extender ese sentimiento de suavidad, tersura y distensión hacia el mundo desde el que observamos. Hasta que eso sea posible, simplemente deleitémonos percibiendo la obra aquí expuesta.
Ignacio Peydro